Ya conocemos los beneficios físicos, mentales y emocionales del deporte. También su papel vertebrador en la educación en valores y como herramienta para impulsar la diversidad. Sin embargo, ¿tenemos todos y todas el mismo acceso a las actividades deportivas? ¿Cuáles son las principales barreras físicas, económicas, sociales o culturales a las que enfrentarse determinados colectivos? Hablar del deporte inclusivo es hablar de cómo evitar la discriminación por habilidades o condiciones.
Con motivo de los Juegos Paralímpicos, que se celebran a finales de agosto en París, reflexionamos sobre la importancia de la inclusión en el deporte y cómo podemos impulsarla.
El deporte como un derecho
Participar en juegos y actividades deportivas en un ambiente seguro e inclusivo es considerado un derecho de todos los niños y niñas, tal como se establece en el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN):
Artículo 31
- Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.
- Los Estados Partes respetarán y promoverán el derecho del niño a participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciarán oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento.
De este modo, el deporte puede servir para crear un entorno seguro y protector, enseñando además a trabajar en equipo, dialogar, resolver conflictos, etc. lo que ayuda a desarrollar habilidades de comunicación, negociación y liderazgo en un ambiente diverso y representativo de la sociedad. Además, la práctica deportiva fomenta las relaciones saludables, promoviendo el sentido de comunidad y pertenencia, como una herramienta de movilización, que puede reunir a personas de distintas capacidades, géneros, creencias, etc.
En este sentido, el deporte y el juego pueden ayudar a promover el desarrollo de colectivos más vulnerables a causa de inequidades relacionadas con su condición física o mental, estatus social, género, raza o de la comunidad en la que viven.
Identificar las barreras
Desde Siete Estrellas – SocialMente somos conscientes de que el primer paso para promover la inclusión en el deporte pasa por identificar las barreras que impiden la participación de determinados colectivos de cara a poder trabajar en soluciones específicas. ¿Cuáles son estas barreras?
- Física y psíquicas: las dificultades intelectuales, auditivas, del habla, de movilidad, psicosociales…
- De acceso y uso: Como la falta de instalaciones accesibles para personas con discapacidad.
- Económicas: Los elevados costes prohibitivos de equipamiento, inscripciones o transporte para participar en competiciones.
- Sociales y culturales: Como los prejuicios o falta de apoyo dentro de ciertas comunidades.
La adaptación de las actividades deportivas para la inclusión de personas con diversas capacidades debe pasar no solo por adaptar los equipos para facilitar su participación, sino desarrollar reglas específicas o capacitar a los/las profesionales o técnicos/as deportivos/as para facilitar la práctica deportiva de estos colectivos.
Promover la diversidad e igualdad de género en el deporte
Por otro lado, es fundamental asegurar que las actividades deportivas sean inclusivas en términos de género. ¿Cómo se consigue? A través de programas específicos que fomenten la participación de niñas y mujeres y promoviendo figuras femeninas y de otros grupos subrepresentados en roles de liderazgo y competencia. Pero también con la implementación de programas educativos que promuevan la igualdad de género y la aceptación de la diversidad, asegurando que todos los y las participantes se sientan valorados y respetados en el entorno deportivo. Lo hemos visto en los últimos meses gracias a la victoria en el campeonato mundial de fútbol de la selección española femenina, que ha permitido aumentar esta visibilidad, dando voz y espacio a mujeres deportivas, de modo que las niñas y adolescentes accedan a referentes con los que poder identificar en este ámbito.
Juegos paralímpicos y juegos inclusivos: el ejemplo de deporte e inclusión
Sin duda, el ejemplo por antonomasia de cómo es posible fomentar la inclusión en el deporte fueron los Juegos Paralímpicos, cuya primera edición tuvo lugar en Roma en 1060, mostrando cómo es posible adaptar deportes de alto nivel para ser inclusivos y ofreciendo casos prácticos de adaptaciones que pueden aplicarse a nivel local.
Todo un fenómeno social que actúa como altavoz, con un gran potencial transformador en la sociedad que a lo largo de los años ha logrado desafiar creencias arraigadas sobre la discapacidad e impulsar un cambio de enfoque hacia la inclusión social, promoviendo los derechos de las personas con diversidad funcional.
Pero es posible ir un paso más allá. Hablamos de los Juegos Inclusivos, celebrados por vez primera en 2020 y en el que más de 170 deportistas olímpicos/as y paralímpicos/as de nuestro país compitieron de forma conjunta en nueve disciplinas: atletismo, bádminton, baloncesto en silla, judo, natación, rugby, taekwondo, tenis de mesa y triatlón. Para ello, el Consejo Superior de Deportes, el Comité Olímpico Español y el Comité Paralímpico Español y las federaciones nacionales deportivas y de la discapacidad implicadas adaptaron los reglamentos para hacerlo posible. De nuevo, la segunda edición de estos Juegos Inclusivos cerrarán en octubre el ciclo olímpico y paralímpico de París.
En Siete Estrellas – SocialMente incorporamos este enfoque inclusivo en todas las actividades vinculadas con la práctica deportiva. Estos meses, en el marco de los campamentos urbanos, son diversas las actividades de juego y deporte que se están desarrollando y en las que fomentamos una práctica inclusiva, que permita la participación y disfrute de todos los beneficios del deporte por parte de todas las personas participantes. Sabemos que esta es la única manera de impulsar un deporte realmente inclusivo y consolidarlo como una herramienta verdaderamente transformadora.