Cómo empezar de cero un proyecto de infancia y juventud con la nueva normalidad

juventud postpandemia

La llegada de la pandemia a nuestras vidas provocó que, de pronto, tuviéramos que dar un giro drástico a todo lo que ya conocíamos: nuestra forma de relacionarnos, de trabajar, de socializar, etc.

En nuestro caso, 2020 fue un año  de muchos cambios y adaptaciones en las formas de trabajar, desde los procesos, las metodologías o las relaciones con la ciudadanía. Un año en el que tuvimos que dar el 200% todas y cada una de las personas del equipo, para adaptar nuestros proyectos a lo que iba ocurriendo día a día (estados de alarma, restricciones, “nuevas normalidades”, etc.). De todo esto ya hablamos hace tiempo en un post: ¿Cómo hemos adaptado nuestras metodologías de Intervención Socioeducativa a la nueva realidad?. Pero ahora, surge un nuevo tema que nos gustaría compartir con vosotros y vosotras: ¿Cómo se enfrentan los proyectos de infancia y juventud que empiezan a desarrollarse ahora, a esta nueva normalidad? ¿Cómo diseñamos las nuevas intervenciones sociales? ¿De qué manera tratamos el nuevo contexto a la hora de generar relaciones, metodologías y procesos? 

Pero para empezar, puede ser interesante que conozcamos un poco el contexto de cómo ha afectado esta situación a los/as más jóvenes.

Juventud, Covid y emociones

“El 40,3% de los jóvenes muestra un riesgo de mala salud mental por el confinamiento, según el estudio de la Universidad de Burgos” (Fuente: Educaweb). Como es lógico, no podemos obviar estos datos cuando trabajamos en proyectos destinados a la infancia y la juventud, probablemente, los más afectados por la pandemia.

Es importante resaltar lo difíciles que son estas etapas de la vida a nivel emocional, la cantidad de cambios que se sufren, y la manera en la que cualquier aspecto externo puede llegar a afectar. En ese sentido, encontrarse en una de las etapas más vulnerables de la vida, al mismo tiempo que estalla una pandemia mundial, no es precisamente fácil.

Por ese motivo, aunque es cierto que la vida poco a poco va pareciéndose a la que había antes de que llegase la Covid, hay algo que sí hemos notado distinto en cuanto a la manera de enfocar estos proyectos: ha crecido la necesidad de prestar más atención a trabajar las emociones, la autoestima, las relaciones interpersonales y la afectividad dentro del grupo.

Es evidente que la juventud necesita desarrollar una serie de habilidades blandas o softskills, como es la inteligencia emocional, la adaptación al cambio o la resiliencia para manejar mejor las emociones, transmitir confianza y poder ser emocionalmente más fuertes a futuros inciertos.

Por lo demás, en el terreno de lo físico, más allá del uso de  mascarillas y geles hidroalcohólicos, o el control de aforos en espacios cerrados, todo apunta a que estamos muy cerca de la normalidad de siempre, y eso es una muy buena noticia.

Respecto a las metodologías

Hasta hace poco, la pandemia y las normativas alrededor de la misma (nacionales, de la comunidad y locales) hacían que nuestras metodologías y procesos cambiasen, teniendo en cuenta una serie de consideraciones que ahora hemos interiorizado, pero que debimos adaptar e implementar en tiempo record:

  • Empezamos a trabajar desde la no presencialidad, con una intervención, prácticamente total, a través de redes sociales, páginas web y otros espacios digitales
  • En los casos presenciales, limitándonos a grupos muy reducidos
  • Eliminando actividades que implicasen no poder respetar la distancia de seguridad.
  • Y reducir al máximo el uso de materiales para no generar espacios de contacto.

Pero, ¿y ahora cómo hacemos? Como hemos mencionado anteriormente, todos los proyectos están empezando a funcionar con relativa “normalidad”, pero hemos aprendido muchas cosas que nos han hecho enfocar los proyectos de manera diferente. Algunas cosas que hemos aprendido:

  1. La necesidad de hacer explícitas las medidas a tomar en caso de que la pandemia que vivimos (u otras que aparecieran) volviera a incrementar. En este sentido, hay que dejar constancia de cómo se adaptarían los procesos, las repercusiones administrativas y quiénes tendrían que afrontar cierto tipo de responsabilidades al respecto. Todo ello dejarlo claro antes de empezar cualquier proceso (en las propuestas, licitaciones, etc.)
  2. Por supuesto, debemos tener en cuenta que las metodologías  en los proyectos de intervención están en continuo proceso de cambio y adaptación, independientemente de la situación en la que nos encontremos. Los procesos son muy diversos y dependen de los colectivos, los contextos físicos, socioculturales etc. Eso es, precisamente, lo que hace que continuamente se adapten e implementen.
  3. Esto quiere decir que, entre otras cosas, la constante evaluación y evolución a las que sometemos nuestras metodologías, nos hacen mejorar día a día. De esta manera, estamos preparados/as para cualquier cambio, situación y contratiempo que se presente y sabemos afrontar nuevas realidades sin que eso suponga una crisis a nivel práctico.

Balance de cómo ha afectado la pandemia a los proyectos

Sin duda, a nadie le pasa desapercibido el hecho de que contamos con un gran inconveniente con la llegada de esta nueva normalidad: la necesidad de generar espacios en los que se cumpla la distancia de seguridad. Esto, en muchas ocasiones, nos lleva a tener que reducir los aforos y replantear gran parte de las actividades que, anteriormente, realizábamos sin que nos generasen mayor problema.

Sin embargo, y como punto muy positivo, la tecnología se ha convertido en una herramienta principal e indispensable en nuestra comunicación y, por supuesto, en nuestro trabajo. Esto nos permite acercarnos a los y las participantes y generar unos vínculos más estrechos con ella. Así pues, en el caso de la infancia, contamos con la posibilidad de mantener un contacto directo con las familias de forma rápida y eficaz.

En definitiva, la nueva normalidad, poco a poco, está volviendo a ser la antigua normalidad, pero hemos aprendido mucho por el camino…¡y lo que nos queda!. Es cierto que debemos tener en cuenta aún cuestiones como los geles hidroalcohólicos, las mascarillas o los aforos, así como generar un plan B en caso de que la vida volviese a obligarnos a pulsar el stand by. Pero cada día estamos más cerca de la realidad que todos y todas conocemos y los proyectos con infancia y juventud son la prueba de ello.

Ejemplo de proyectos reales

Como hemos mencionado, uno de los puntos más importantes a trabajar en los proyectos destinados a infancia y juventud, son los temas relacionados con aspectos como las emociones o la autoestima. En este sentido, vamos a hacer especial hincapié en un proyecto que llevamos a cabo el año pasado: taller de motivación y gestión emocional para el alumnado.

A lo largo del 2020 realizamos distintas charlas informativas en institutos poniendo el foco en la inteligencia emocional, definida como “la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos, de poder automotivarse para mejorar positivamente las emociones internas y las relaciones con los demás”.

En estos talleres, nuestro objetivo era dotar de las herramientas necesarias para que el alumnado pudiera reconocer y tomar conciencia de los propios sentimientos y emociones, pudiendo verbalizarlos y contribuyendo a establecer y desarrollar unas relaciones sociales saludables y en sintonía con la personalidad de cada uno y cada una.

En este sentido, y en relación con las consecuencias que la crisis de la Covid-19 puede generar en la juventud, buscamos también que el alumnado pudiera encontrar la manera adecuada de motivarse y persistir frente a las frustraciones, así como aprender a controlar sus impulsos, regular los estados de humor, evitar que las desgracias obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía y resiliencia.

Somos conscientes de lo importante que es para la infancia y la juventud, adquirir herramientas útiles que poder implementar en su día a día. De esta manera, y sabiendo que es fundamental un buen apoyo durante esta etapa de la vida, quisimos acompañar a uno de los sectores más olvidados por la pandemia: los y las adolescentes. Un proyecto muy bonito que nos acerca más a las futuras generaciones y les permite, a ellas, crecer y mejorar en el ámbito personal y social.

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